La ciudad de Tucupita afronta una decadencia progresiva ante la coyuntura de escasez, desabastecimiento e incomunicación en las últimas 72 horas. El problema del combustible se enfoca como de seguridad para el estado que impacta a la población en general.
Entre los conductores particulares y del transporte público, la situación se torna más difícil para la adquisición del combustible y prefieren estacionar su unidad el día completo con el propósito de racionar antes que circular por las calles.
Las gigantescas colas adquieren mayor tamaño en las tres estaciones que abastecen y dejan solitarias las calles de la ciudad. “Viene una escasez total de gasolina, el país ya no está en condiciones y se agota la reserva”, anunció una usuaria.
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“Tucupita es una ciudad pequeña comparada con otras entidades y, sin embargo, la demanda nunca baja, observamos los mismos rostros todos los días”, afirmó una señora que se identificó como Medina.
La organización de protección de los derechos indígenas Kapé Kapé alertó en su reporte que los waraos provenientes de los caños del Orinoco adquieren gasolina en divisas extranjeras y pagan desde 300 a 600 dólares para poder llegar hasta su lugar de origen.
Esta situación de inestabilidad en la gasolina incide en el transporte de las comunidades ubicadas en la ribera del Delta de Orinoco. “Es un aislamiento forzado que vulnera los derechos fundamentales de las personas”, según Kapé Kapé.
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