El COVID-19 ya tiene 100 días en Venezuela, y desde su llegada, al igual que en otros países, la vida de los ciudadanos se paralizó. Con la medida de cuarentena social para evitar que el virus se propague, las personas ya no pueden seguir con su cotidianidad. La educación ahora es a distancia, también el trabajo. Para algunos la epidemia ha significado desempleo y reducción de ingresos, es decir, menor capacidad para comprar lo más básico.
Sin embargo, las preocupaciones de los venezolanos no se quedan solo en los cambios que trajo el coronavirus a sus vidas, sino que se unen a la crisis económica, social y política que atraviesa el país: falta de gasolina, escasez de agua acentuada y problemas con la conectividad a internet son algunas de las situaciones con las que los ciudadanos tienen que cargar mientras intentan sobrellevar el desequilibrio generado por la epidemia.
1 La paralización de la economía ocasionó que muchas personas que trabajan del día a día se quedaran sin ingresos para comprar alimentos y sostener a sus familias. Otros durante esta situación se sienten desamparados y el confinamiento para ellos significa hambre y pérdida de la esperanza.
2 El cierre de municipios impidió la libre movilización de las personas para buscar alimentos, visitar parientes, buscar gasolina y resolver emergencias.
3 El poco acceso al agua se intensificó durante el confinamiento. Según recomendaciones de la OMS para combatir y prevenir el contagio de COVID-19 es esencial lavarse las manos con agua y jabón, pero algunas personas deben escoger entre rendir la poca agua que tienen reservada para cocinar, bajar pocetas o lavarse las manos constantemente. En el país solo 17 de los 335 municipios que lo conforman reciben agua con normalidad.
Khevin Fagúndez vive en El Cementerio, y desde que comenzó la cuarentena cada tres días tiene que salir a llenar potes de agua en casa de su abuela o en un pozo que está en una fábrica cerca de donde vive. “Cuando voy a llenar los potes en el pozo casi siempre tardo unas tres horas entre hacer cola y llevar el agua hasta mi casa para volver a llenar los potes. A ese pozo suele ir mucha gente cuando no hay agua en el chorrito que está en la cuadra. Al principio de la cuarentena me daba temor ir a hacer esa cola porque pensaba que podía contagiarme, pero ya no me da miedo”.
4 El aumento en las fallas en el internet también dice presente durante la cuarentena, comprometiendo el derecho a la información de los venezolanos, afectando a las personas que lo usan como medios de distracción durante el confinamiento y a aquellos que deben trabajar desde casa y necesitan hacer uso de la conexión. Pero no solo eso, estas fallas también impidieron que se llevara adecuadamente una educación a distancia.
5 Las fallas ya existentes en el suministro de gasolina se intensificaron y obligó a los venezolanos a permanecer hasta dos días en cola para llenar el tanque de sus vehículos. Imposibilitó el traslado de las personas con salvoconducto a sus puestos de trabajo. El transporte público, ya afectado con la crisis de autoparte operó poco por la escasez de combustible, algunos tomaron medidas extremas como instalar bombonas de gas doméstico para poder trabajar.
La llegada del COVID-19 al país ha generado miedo e incertidumbre en los venezolanos, no solo por el virus en sí, sino por lo que implica vivir una cuarentena sin saber si se conseguirán los alimentos, racionando gasolina, con problemas de agua e internet.
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