Vacunas, COVID-19 y Sistema Patria: ¿control social o chantaje?

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LOS PITAZOS DEL DIRECTOR


Por: César Batiz

Hasta el 2 abril, de acuerdo con las estadísticas de Our World in Data, una organización con sede en Reino Unido, 0,34% de la población venezolana había recibido al menos una de las dos dosis de vacuna contra el coronavirus. Esta información nos lleva a descubrir una dramática verdad. Venezuela se encuentra en la cola de Sudamérica, detrás de Perú, Ecuador y Paraguay que nos anteceden con 0,64%, en el programa de inmunidad colectiva frente a la pandemia.

La razón fundamental de este récord tan negativo estriba en la falta de un plan de vacunación masivo, inclusivo y no discriminatorio, que depende en gran medida de la adquisición de vacunas a través de mecanismos como el Covax, compras del Estado a empresas farmacéuticas o la apertura a la participación socialmente responsable del sector privado.

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Tras la presión de la sociedad civil y debido al incremento de casos de contagiados y fallecidos a causa del COVID-19, la vicepresidenta de la República, Delcy Rodríguez, anunció el sábado la adquisición de vacunas a través del mecanismo Covax. 

Sin embargo, como siempre en lo que respecta al gobierno de Nicolás Maduro, que ha sido muy efectivo en alimentar la desconfianza de la población ante sus acciones, uno se pregunta dónde está la trampa de las aparentes buenas intenciones. ¿Este proyecto de plan de vacunación cuánto tiene de chantaje o control social?

Esperanza y descaro

Lo primero que debemos decir es que al menos para muchos venezolanos se ve una luz en medio de esta tiniebla que significa el repunte del coronavirus en el país. Ya algunos albergan la esperanza de que recibirán aunque sea una dosis, sobre todo los adultos mayores registrados en el Sistema Patria. Pero la sola mención de este mecanismo, hace que se disparen las alarmas entre quienes vemos una mala intención en el anuncio oficial.

También resalta el hecho de que el gobierno que ha manejado el discurso de que el bloqueo le impide adquirir vacunas, logró desembolsillar $64.000.000 para pagar 50% de lo que se necesita para acceder a las dosis dispuestas en el mecanismo Covax, de la Organización Mundial de la Salud, unas 11.000.000, de las 30.000.000 que se requiere según la Academia Nacional de la Medicina. 

Recuérdese que el 24 de marzo el oficialismo dio una patada a la mesa cuando, con la excusa de que no permitirían el ingreso al país de las vacunas de AstraZeneca, desarticuló el acuerdo que se había alcanzando en la mesa de negociación con representantes del equipo de Juan Guaidó y de la OMS. 

Según lo convenido hasta ese momento, la oposición se comprometía a encontrar los recursos en los fondos retenidos por el gobierno de EE. UU., mientras que la gestión de Maduro garantizaba la distribución de las dosis sin discriminación, lo cual incluiría la supervisión de las otras partes de la negociación. 

Ahora Rodríguez anuncia el pago de 50% de las vacunas sin la diligencia de Guaidó, quien queda por fuera de la solución, cortando así cualquier posibilidad de construir otros acuerdos en distintas áreas pendientes, como la electoral.

Además, el control del plan de vacunación con fondos del Estado pagados por Maduro,  permite que se haga a la medida de lo que crea conveniente el oficialismo para su objetivo principal: el sostenimiento del poder.

El rompecabezas

Cuando el Instituto Venezolano del Seguro Social (Ivss) anuncia que la vacunación de los adultos mayores se realizará usando el Sistema Patria, comienzan a juntarse las piezas del rompecabezas que dibuja el escenario de control social y chantaje.

Los adultos mayores quieren cobrar la pensión: Sistema Patria. Quieres ser incluido en los programas sociales del oficialismo: Sistema Patria. Acceder a un subsidio como empresa o particular por el aumento del salario: Sistema Patria. Falta la gasolina: Sistema Patria. Reclamas vacunas contra el COVID-19: Sistema Patria. 

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Se pretende que todo pase por ese mecanismo importado de China, donde se usa para premiar o castigar a los ciudadanos de acuerdo con su comportamiento en medio del régimen autoritario chino. Una mala calificación afecta a la hora de acceder a documentos o educación en el país asiático. En el nuestro, hasta la fecha, no ha podido ser perfectamente aplicado por la gestión de Maduro.

El plan de vacunación también puede ser un instrumento de chantaje o de clientelismo político aunque parezca cargado de buena voluntad. No olvidemos que este es un año electoral y que el madurismo navega muy bajo en las encuestas, lo cual en principio tampoco implica un mayor peligro en caso de una disputa por los votos con las condiciones que imponga el régimen, con una oposición sin sus líderes en el país y dividida. 

Pero el oficialismo requiere que la gente vaya a las urnas a votar. Necesita que esos que recibirán la vacuna se conviertan en potenciales electores que les permita legitimar una elección que nace cuestionada sin un acuerdo claro entre las partes en disputa.

Conclusión, esta futura vacunación contra el COVID-19, al armar el rompecabezas, parece una operación de control social y chantaje para el mantenimiento del poder de la élite gobernante.


CÉSAR BATIZ | @CBatiz

Periodista egresado de la Universidad del Zulia, especializado en Periodismo de Investigación. Director de El Pitazo.