Se nos termina esta semana el mes de mayo. Mes de las madres, mes de la mujer, mes de la primavera no confesa que tenemos en el país donde los Bucares y los Araguaneyes florecen por doquier.
Un mes en el que todo nace. Pero en Venezuela es a la par un mes lleno de dolorosos contrastes.
Un mes de mayo que cierra no con un homenaje a las madres sino justamente con un duro golpe a sus entrañas. Un mes en el que hemos tenido que llorar ya a cinco niños que tenían altas probabilidades de vivir en cualquier otro país menos en el que los vio nacer.
No conformes con la triste partida de: Giovanni Figuera de seis años, Robert Redondo de siete años, Yeiderberth Requena de ocho años y Erick Altuve de 11 años, anoche supimos de otra partida… La de Yoider Carrera, de dos años de edad, también en el Hospital J. M. de los Ríos quien no esperaba trasplante de médula, quien no formaba parte de esta lista de niños que esperan, Yoider en realidad tenía un tumor cerebral y era atendido en emergencia.
Pero no se lo llevó el cáncer. No. Se lo llevó otra enfermedad que no tenía Yoider sino las instancias del poder en Venezuela: La ambición es peor que el cáncer.
Yoider probablemente nunca supo lo que aquejaba su salud, probablemente nunca entendió que pudo haberse salvado, que pudo haber tenido una operación exitosa y un postoperatorio protegido, controlado.
Yoider, hoy forma parte del conteo más doloroso que hemos tenido que vivir en los últimos años. Pero te juro que tu muerte nos fortalece, nos llena de valor y abre consciencias.
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