Podría decir que gran parte de mi infancia la pasé en cuarentena: pocas veces me dejaban jugar en la calle así que lo del distanciamiento social fue casi que una regla para mí. Ahora entiendo que, como todo aislamiento, era para mantenerme al margen, protegerme de algo, cuidarme; sin embargo, no crean que eso evitó que sorteara ciertos peligros, que me enfrentara al miedo, que sintiera la cercanía de presencias malignas en mi reducido entorno.